El día 3 de diciembre se celebró el Día Internacional de la Discapacidad.
En nuestro Centro esta realidad la tenemos muy presente, ya que disponemos de un Aula Específica (TEA) y se convierte para nosotros en una oportunidad diaria de toma de conciencia.
Para dicha conmemoración, en el Departamento de Orientación estimamos conveniente invitar a una persona con discapacidad y ayer nos visitó Inmaculada Ortega Castillo, una mujer invidente, afiliada a la ONCE, que vino a expresar su testimonio y a hacer visible su discapacidad. Ella fue profesora en un Instituto, hasta que tuvo que dejar su profesión debido a su enfermedad.
Estuvo compartiendo su experiencia de vida en diferentes grupos y a todo el Ciclo de Farmacia en el Salón de Actos.
Vino a destacar la necesidad de integrar a todas las personas con algún tipo de discapacidad, en la vida cotidiana, de forma natural, teniendo en cuenta la variedad de discapacidades existentes y la posibilidad de que algún día participemos de alguna de ellas, ya que a cualquiera nos puede pasar.
Con su bastón y con la compañía de algún miembro del Departamento de Orientación fue pasando por distintos grupos, ofreciendo su testimonio y tratando temas relacionados con la ceguera y con el trato que necesitan estas personas. Conocer, ya es en sí misma, una forma de ayudar. Concretamente abordó la diferencia entre las personas con discapacidad visual, sabiendo que cada persona ciega es única y es enriquecedor acercarse a ellas con naturalidad y plantearnos cómo podemos ofrecer nuestra ayuda en el día a día, cómo guiar en lugares difíciles, al subir o bajar escaleras o en los medios de transporte, por ejemplo.
Nos señaló que es oportuno ayudar sólo cuando sea necesario, sabiendo que el apoyo es siempre valioso pero que la ceguera no lo nubla todo. También nos habló sobre la importancia de usar un lenguaje correcto, sin alzar la voz, sin gritar, sin informar desde lejos. Nos dijo también que es bueno que aprendamos a situarnos con estas personas, que nos acerquemos identificándonos y empleando un trato amable, realizando gestos sencillos, por ejemplo dando la mano, saludando, haciéndolas partícipes, dirigiéndonos a ellas cuando entremos en un lugar, siendo atentas al entregar un objeto o al mostrárselo, explicándonos con expresiones concretas. Otra enseñanza válida es que al leerle a una persona ciega lo hagamos con fidelidad al texto y en documentos oficiales, sólo cuando nos lo pida.
También destacó la importancia del orden, al ubicar los objetos en una sala, advirtiendo de la existencia de posibles obstáculos, dejando las puertas cerradas o abiertas, nunca entreabiertas y respetando a su perro guía, si es que lo lleva de acompañante.
Nos relató por experiencia que cualquier bolsa, papel u otro objeto que esté tirado en el suelo puede acarrear una caída, con el consecuente compromiso para todas las personas de cuidar el medio ambiente en este sentido, entre otros muchos sentidos, que ya tratamos y que queremos aprender en nuestro Instituto.
Al alumnado de Farmacia les habló desde un enfoque más profesional como complemento a su formación, en comunicación con el Departamento de Sanidad, quien ha valorado la experiencia como muy positiva, esperando que tenga continuidad en el curso próximo.
Inmaculada agradeció la acogida en el Centro por parte de Paco, el Orientador, quien al llegar ya se había leído el libro que envió el día anterior con Miguel Ángel, para facilitar la interacción con el alumnado.
Su valoración fue muy favorable, destacando que esta labor va encaminada a sembrar semillas de cercanía, para hacernos visibles en una sociedad que necesita esta educación y el despliegue de estos valores. Nos comentó al salir del Centro que había encontrado mucho respeto, un alumnado muy motivado, haciendo muchas preguntas y una labor realmente educativa.
Nosotros agradecemos su esfuerzo al compartir su experiencia y al poner de relieve la importancia de tomarnos muy en serio nuestro papel educativo con esta realidad, llamada, discapacidad.