-Va con cualquiera- decían queriendo ensuciar su libertad. –No parece mujer-decían, queriendo elogiar su inteligencia.

Pero numerosos profesores, magistrados, filósofos y políticos acudían desde lejos a la Escuela de Alejandría, para escuchar su palabra.

Hipatia estudiaba los enigmas que habían desafiado a Euclides y a Arquímedes, y hablaba contra la fe ciega, indigna del amor divino y del amor humano.

Ella enseñaba a dudar y a preguntar.  Y aconsejaba:

-Defiende tu derecho a pensar. Pensar equivocándote es mejor que no pensar.

¿Qué hacía esa mujer hereje dictando cátedra en una ciudad de machos cristianos? La llamaban bruja y hechicera, la amenazaban de muerte.

Y un mediodía de marzo del año 415, el gentío se le echó encima. Y fue arrancada de su carruaje y desnudada y arrastrada por las calles y golpeada y acuchillada. Y en la plaza pública la hoguera se llevó lo que quedaba de ella.

-Se investigará- dijo el prefecto de Alejandría

MUJERES de Eduardo Galeano