Los sapos no viven en la charca sino en el jardín botánico y alrededores. Pasan desapercibidos porque están la mayor parte del día medio enterrados y es por la noche cuando más activos se muestran. En estas fechas acuden a la charca para reproducirse y podemos observarlos con facilidad. Se trata de sapos de la especie Bufo bufo; son mucho más grandes que las ranas y sus desplazamientos son más lentos. Desde el 1 de febrero hemos observado diez o doce ejemplares en la charca e incluso el apareamiento y las puestas de huevos que son unos largos cordones gelatinosos que contienen unas esferillas negras que se convertirán en renacuajos en negros en un par de semanas. De momento hemos identificado dos puestas. Animamos a observar los sapos con paciencia y sin molestarlos.
Un dato curioso es que este avistamiento de sapos se ha producido mucho antes que en años anteriores, tal vez porque la última semana de enero ha sido anormalmente cálida. Los adultos solo estarán en el agua unos días, pero los renacuajos permanecerán varios meses en el agua hasta completar su metamorfosis; tienen que hacerlo antes de que se produzca la desecación de las charcas.
Por otra parte, se ha producido otro fenómeno interesante. El 3 de febrero no se veía ninguna rana en la charca (llevaban dos o tres meses aletargadas) y al día siguiente, muy bruscamente, ya había 20-30 ranas saltando de las orillas al agua cada vez que nos acercábamos a la charca; algunas incluso croando. Suponemos que influyen los 25ºC de estos últimos días y, tal vez, la disponibilidad de alimento en forma miles de huevos de sapo que hay ahora en al charca.