Ignacio Jiménez Fernández, de 2º ESO B, ha sido galardonado con un accésit en el Concurso de Redacción de la Fundación AguaGranada por su texto «Agua y vida» que reproducimos más abajo. A causa de la pandemia la entrega de premios no ha sido posible en el Ayuntamiento , sino que la han realizado nuestro director Octavio Martínez y nuestra jefa de estudios Inmaculada López en el aula de 2º ESO B donde Nacho ha recibido el reconocimiento y el aplauso de sus compañeros y compañeras. El premio ha consistido en un diploma y un juego de mesa. ¡Enhorabuena, Nacho!
AGUA Y VIDA, por Ignacio Jiménez Fernández
Érase una vez un frondoso bosque de Granada en el que habitaban conejos liebres, erizos, ranas, sapos, zorros, peces y decenas de especies de aves como patos, búhos, codornices, garcillas, fochas, garzas y martinetes. Todos esos animales dependían del cauce del río Beiro. El agua del río era muy importante para la fauna de la zona porque se refrescaban con ella, apaciguaba su sed y permitía crecer su alimento, las plantas de la ribera. Chopos, álamos, juncos, eucaliptos, lentiscos y romeros abundaban a lo largo del río.
La vida en la ribera del Beiro era muy tranquila y era perfecta para los animales que en ella habitaban. Todos vivían en perfecto equilibrio, respetando el ciclo de la vida.
Una mañana las cristalinas aguas del río se enturbiaron y un tinte negruzco cubrió las aguas. Un vertido procedente de una fábrica de pólvora cercana tiñó las aguas y envenenó a los animales que habitaban en ella. Al cabo de los días fueron falleciendo miles de peces. El agua estaba envenenada y si seguían bebiendo todos los animales de la zona morirían. ¿Qué iba a ser de estos animales? ¿Nadie iba a hacer nada por ellos?
Un niño granadino llamado Iker estaba preocupado por la noticia del vertido de pólvora y la muerte de miles de peces. Le pidió a su padre acercarse a la zona preocupado por la salud de los peces. Cuando llegaron vieron unas obras. “¿Qué van a hacer aquí, papá?” Preguntó Iker. “Van a entubar el río”, le dijo su padre tras leer el cartel. “¿Y por qué?” preguntó nervioso Iker. “Quieren construir una nueva carretera en la zona y río molesta.”
El niño miró de nuevo alrededor. Imaginó a los animales asustados y sin agua para beber. “¿Y qué pasará con todos los animales que viven aquí, papá?” “No sé hijo, probablemente morirán sin agua para beber y sin agua que haga crecer la hierba que comen.”
El niño miró serio a su padre y le dijo: “¡Papá, les tenemos que ayudar!” El padre le contestó: “¡Vale, lo haremos! ¡Te lo prometo!”
Al día siguiente, Iker preocupado fue a contárselo a sus compañeros de clase y a su profesora. Todos estaban preocupados y fueron inmediatamente a comprobar con sus ojos lo que estaba ocurriendo. Averiguaron que el Ayuntamiento de Granada era el que iba a iniciar las obras y los dueños de la fábrica querían ganar más dinero y por eso vertían directamente los residuos de la fábrica al río. A nadie parecía importarle el futuro de la fauna y la flora del río.
Los niños decidieron movilizarse. Fueron a protestar al alcalde de Granada que no les hizo ningún caso. Así que decidieron acampar en las puertas del Ayuntamiento con pancartas y altavoces hasta encontrar una solución. Convocaron a la prensa, reunieron a amigos y vecinos, se movieron en redes sociales para concienciar a los habitantes de la ciudad del problema. SALVEMOS LOS ANIMALES, repetían una y otra vez. El alcalde, tras salir en televisión el problema del río Beiro, decidió reunirse con los estudiantes y acabar de inmediato con el problema. Os prometo que los animales se salvarán. Buscaremos otra zona para extender la ciudad y obligaremos a controlar el vertido de la fábrica. Podéis contar con mi palabra. Las cosas volvieron a la normalidad, los animales pudieron seguir chapoteando en el río e Iker se convirtió en un convencido activista en pro del medio ambiente.