LOS LUNES… POESÍA quiere hoy dedicar su poema a nuestra bella Alhambra, a pesar de que toda ella, ya es un poema. Así lo han visto los alumnos de arte esta semana, inscripciones y poemas por todos los muros y paredes, Ibn al-Yayyab (1274-1349), Ibn al-Jatib (1313-1375) e Ibn Zamrak (1333-1393). Hermosos versos para hermosos palacios.
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Jorge Luis Borges regresó a la Alhambra en 1976 en compañía de Maria Kodama, a quien quiso enseñarle su belleza, olvidando que él ya estaba ciego. A pesar de esto y de la incomodidad que le supuso a María la lectura de los famosos versos de Francisco A. de Icaza sobre una placa de cerámica: “que no hay en la vida nada / como la pena de ser / ciego en Granada”..., Borges escribió este bello poema en el que evoca la última tarde del rey Boabdil en la ciudad de Granada, que, perdida para siempre, debe entregar a los reyes cristianos.
Alhambra
Grata la voz del agua
a quien abrumaron negras arenas,
grato a la mano cóncava
el mármol circular de la columna,
gratos los finos laberintos del agua
entre los limoneros,
grata la música del zéjel,
grato el amor y grata la plegaria
dirigida a un Dios que está solo,
grato el jazmín.
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Vano el alfanje
ante las largas lanzas de los muchos,
vano ser el mejor.
Grato sentir o presentir, rey doliente,
que tus dulzuras son adioses,
que te será negada la llave,
que la cruz del infiel borrará la luna,
que la tarde que miras es la última.