ANDALUCÍA (Manuel Machado)
Cádiz, salada claridad; Granada, agua oculta que llora. Romana y mora, Córdoba callada. Málaga cantaora. Almería dorada. Plateado Jaén. Huelva, la orilla de las Tres Carabelas… y Sevilla.
CÁDIZ (Pablo Neruda)
Amarrada a la costa como una clara nave, Cádiz, la pobre y triste rosa de las cenizas, azul, el mar o el cielo, algunos ojos, rojo, el hibiscus, el geranio tímido, y lo demás, paredes roídas, alma muerta. Puerto de los cerrojos, de las rejas cerradas, de los patios secretos serios como las tumbas, la miseria manchando como sombra la dentadura antigua de una ciudad radiante que tuvo claridad de diamante y espada.
MÁLAGA (Antonio Pardal)
En mi Andalucía del alma
hay una ciudad preciosa,
es la Málaga asombrosa
que a mi me trajo la calma.
Situada junto al mar,
entre montes y entre pinos
quienes en ella vivimos
no dejamos de gozar.
De gozar su hermoso sol
de gozar de su alegría,
y sus hermosos vergeles.
La enmarca un bello arrebol,
en su preciosa bahía…
¡Málaga, que bella eres!
ACEITUNEROS (Miguel Hernández)
Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma: ¿quién, quién levantó los olivos?
No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura y a los planetas unidos, los tres dieron la hermosura de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano, dijeron al pie del viento. Y el olivo alzó una mano poderosa de cimiento.
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ALMERÍA (Juan Morales Rojas)
En ti se mira el mar bella Almería. Alma del mar que toca con sus dedos entre los verdes pámpanos, viñedos con que corona a Baco Andalucía. Crótalo de tu baile la poesía que en el encanto de tu cante afina, porque esta tierra es andaluza y fina y cuando eleva con cordura y tino de sus pámpanos verdes un racimo ¡A su trasluz se ve la luz marina!
ROMANCE DE LAS TRES MANOLAS
(Federico García Lorca)
Granada, calle de Elvira, donde viven las manolas, las que se van a la Alhambra, las tres y las cuatro solas. Una vestida de verde, otra de malva, y la otra, un corselete escocés con cintas hasta la cola.
Las que van delante, garzas la que va detrás, paloma, abren por las alamedas muselinas misteriosas. ¡Ay, qué oscura está la Alhambra! ¿Adónde irán las manolas mientras sufren en la umbría el surtidor y la rosa?
¿Qué galanes las esperan? ¿Bajo qué mirto reposan? ¿Qué manos roban perfumes a sus dos flores redondas?
Nadie va con ellas, nadie; dos garzas y una paloma. Pero en el mundo hay galanes que se tapan con las hojas. La catedral ha dejado bronces que la brisa toma; El Genil duerme a sus bueyes y el Dauro a sus mariposas.
La noche viene cargada con sus colinas de sombra; una enseña los zapatos entre volantes de blonda; la mayor abre sus ojos y la menor los entorna.
¿Quién serán aquellas tres de alto pecho y larga cola? ¿Por qué agitan los pañuelos? ¿Adónde irán a estas horas? Granada, calle de Elvira, donde viven las manolas, las que se van a la Alhambra, las tres y las cuatro solas.
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