Sorprende la transparencia del agua tras un verano en el que el agua ha estado bastante verdosa y después de haber removido mucho el fondo para retirar el exceso de eneas y carrizos. Esto demuestra la capacidad autorreguladora de este pequeño ecosistema que se mantiene el equilibrio sin apenas intervenciones, salvo la reposición del agua que se va evaporando.
En el mes de octubre, especialmente en las horas de más calor, resulta muy atractivo seguir a las libélulas que pululan por la charca. Con paciencia se puede reconocer el vuelo en tándem de las parejas y el momento en el que las hembras depositan sus huevos introduciendo su abdomen ligeramente en el agua.