El 2 de febrero el Consejo de Alumnado del IES La Madraza, junto a su coordinadora Olga Martínez Cárdenas y los invitados Pablo Acosta y Miguel Ángel Bailón, tuvo el inmenso honor y privilegio de tener una vídeo-reunión con Francesco Tonucci. Desde Roma, el reconocido pedagogo les explicó el sentido de un Consejo de Alumnado; fue un rato precioso lleno de aprendizajes, respeto y admiración.
A continuación recogemos las principales ideas expuestas por Francesco Tonucci.
La Convención de los Derechos del Niño, aprobada en 1989, es una norma de rango internacional que obliga a los países firmantes. Su artículo 12 afirma que hay que dar la palabra a los niños y a las niñas en los asuntos que les afecten. Lamentablemente esto no se cumple. En la escuela, lo típico es pedirle al niño o a la niña que esté callado y sentado. Y, sin embargo, tienen que opinar sobre la escuela, sobre la localidad, sobre los centros de atención primaria, etc. Esto no significa que tengan la solución de grandes problemas, pero sí que el punto de vista de la infancia es útil y necesario. Tonucci recordó el cuento clásico en el que un rey adquiere un falso traje de una tela que no podía ser vista por las personas estúpidas; todo el mundo en palacio y en la calle alababa el traje (aunque nadie podía verlo), hasta que un niño dijo en voz alta: “el rey está desnudo”. Y es que el niño tenía algo que les faltaba a las personas adultas, tal vez espontaneidad, sinceridad, libertad…
Los Consejos de la Infancia y el Consejo de Alumnado de La Madraza sí dan la palabra a los niños y las niñas. Insistió Tonucci en que su funcionamiento no es el de una democracia representativa, nadie se postula como candidato o candidata y no hay elecciones porque no se trata de elegir a las personas más capacitadas. Los miembros del Consejo de Alumnado se eligen por sorteo; así el grupo resultante es más heterogéneo y hay más posibilidad de que refleje la diversidad real del centro escolar.
Gonzalo, de 1º ESO, preguntó a Francesco Tonucci que de dónde le vino el deseo de proteger a los niños y a las niñas y darles la palabra. Desde muy joven, Tonucci se indignaba con una escuela que enseñaba contenidos que había que repetir, pero en la que no tenía cabida la historia personal de cada niño y de cada niña. El artículo 29 de la Convención de los Derechos del Niño establece que el objetivo de la educación es el desarrollo de la personalidad del niño hasta el máximo de sus potencialidades. Lógicamente, esto supone tener en cuenta la individualidad de cada niño/a, algo que no viene en un libro de texto y que requiere escuchar al propio niño.
Carlos, de 4º ESO, preguntó a por los cambios que habría que introducir en los colegios e institutos. Además del enfoque hacia el desarrollo de las potencialidades individuales, Tonucci cambiaría el estar casi todo el tiempo sentados dentro de una misma aula donde se hace de todo. Para él esto no es natural y va en contra de la motivación del alumnado, especialmente para quienes van peor en la escuela y que han de ser el objetivo prioritario del profesorado. Sin estímulos no aprovechan y no aprenden. Propone una escuela con talleres, laboratorios, biblioteca, huerto, etc. En cada espacio se aprende algo diferente; de esta forma la escuela ya no es una estancia, sino un viaje, un recorrido en el cual cada alumno/a va encontrando su sitio.