‘’Aprender del pasado para mirar al futuro’’ es el lema del proyecto que hemos llevado a cabo en Granadilla, un pequeño pueblo de Cáceres que fue expropiado en 1955 y donde sus habitantes se vieron obligados a abandonarlo. Hoy día, Granadilla es un pueblo de interés turístico y de aprendizaje, ya que forma parte de un proyecto en el que estudiantes de diferentes lugares de España van allí a reconstruir el pueblo y a vivir una gran aventura. (Carla Medina, 2º Bachillerato)

«Existe un lugar, donde todos los días están llenos de sensaciones nuevas, donde los acentos se funden y se confunden, donde sus habitantes siempre aportan lo mejor, donde la moneda de cambio es una sonrisa y donde las noches están cargadas de canciones y estrellas»

Este pequeño texto es el que mejor puede definir como ha sido experimentar la estancia en Granadilla, ese pueblo «abandonado» en el que alumnos y alumnas de 1º y 2º de bachillerato hemos estado una semana. El programa de recuperación de Granadilla consiste en realizar los diferentes oficios, talleres y actividades que se realizaban en el pueblo antes de que este tuviera que ser abandonado, porque, si una cosa nos ha quedado bien clara es que los vecinos de Granadilla no lo abandonaron, sino que los echaron por la construcción del embalse Gabriel y Galán. (Maribel Píñar; 2º Bachillerato)

Los oficios eran agricultura, ganadería, artesanía, jardinería, carpintería, albañilería, hacendería, pintura, tahona y servicios generales. Cada día un grupo hacía uno de estos oficios, pero al ser cinco días no pudimos hacerlos todos. En mi grupo hicimos jardinería, donde estuvimos arreglando un jardín árabe; tahona, donde preparamos galletas de mantequilla y cabello de ángel; agricultura, donde estuvimos quitando malas hierbas y recogiendo caquis; albañilería, donde quitamos piedras para arreglar una acera y carpintería, donde ayudamos con una mudanza y arreglamos unas estanterías. (Eva Cañas, 2º Bachillerato)

Además de trabajar, también nos hemos divertido y, más aún, compartiendo esos momentos con la gente que nos rodeaba. Hemos convivido con otros alumnos de un pueblo de Murcia y sin ellos la experiencia no habría sido igual. Todo esto nos ha ayudado a quitarnos el miedo a conocer gente nueva, y menos mal, nunca olvidaré a toda esa gente que nos ha alegrado todos estos días. (Ariadna Pérez, 2º Bachillerato)

En conclusión, este proyecto ha sido una experiencia muy enriquecedora para nosotros. Hemos podido aprender cómo era la vida de un pueblo en la España del siglo XX y los diferentes oficios tradicionales en los que trabajaban los habitantes de este pueblo. Pudimos alejarnos de las tecnologías y darnos cuenta de que podemos vivir sin ellas, esto fomentó las relaciones sociales entre nosotros, ya que en vez de estar con nuestro teléfono en nuestro tiempo libre preferíamos reunirnos todos en la taberna y relacionarnos entre nosotros. Por todo esto es importante aprender del pasado para poder construir un futuro más sano sin perder las tradiciones de toda la vida. (Ángela Avilés, 2º Bachillerato)

Me ha encantado esta experiencia, pero si tuviera que destacar algo es que en estos viajes se crean lazos con compañeros que no conocías o con gente de fuera. Conseguimos ser un pueblo donde todos nos llevamos super bien. La semana de desconexión, de vida sana, sin tantas tecnologías, ni tantos problemas con los que nos encontramos en nuestra sociedad actual… También es una experiencia que te ayuda a ser más autosuficiente. Fue una semana perfecta y sin duda recomendaría a todo el mundo que viviera una experiencia así alguna vez en su vida. Siempre voy a llevar una parte de Granadilla conmigo ya que me ha hecho ver las cosas de una manera muy diferente. (Elena Pérez Mesa, 2º Bachillerato).