Los lunes poesía ya huele a verano. Se acerca el verano y las ansiadas vacaciones. Seguro que todos tenemos grabadas en nuestra memoria algunas instantáneas de nuestras vacaciones: colores, aromas, canciones, sentimientos,…

Para evocar estos recuerdos, hoy hemos elegido el fragmento de una novela que nos encanta por su manera de describir, por su lirismo y por la sutileza de sus pinceladas.
La novela Helena o el mar del verano fue escrita en 1952 por el asturiano Julián Ayesta. Es una novela fresca, evocadora, que huele realmente a verano. Ha sido reeditada recientemente por Acantilado con una sugerente portada, que invita a relajarse y a empezar el verano con un buen libro.

Vamos todos a encarar estos últimos días de trabajo y esfuerzo para lograr ese ansiado y merecido descanso en algún mar de verano. 

 

HELENA O EL MAR DE VERANO

 
 Por la tarde la playa estaba llena de sol color naranja y había nubes blancas y olía a tortilla de patata.   

Y había cangrejos que se escondían entre las peñas y los niños éramos los encargados de enterrar las botellas de sidra entre la arena húmeda para que no se calentasen.

Y todos decían: «Qué tarde más preciosa», y los novios se sentaban apartados y cuando empezaba a oscurecer y todo estaba lila y morado estaban con las caras muy juntas sin hablar nada, como confesando.

Pero lo mejor era el baño por la tarde, cuando el sol bajaba y estaba grande y cada vez más encarnado, y el mar estaba primero verde y luego verde más oscuro, y luego azul, y luego añil, y luego casi negro.

Y el agua estaba caliente, caliente, y habían bandos de peces muy pequeñinos nadando entre las algas rojizas.