Elaboración:
Además de pelar los pistachos, los trituraremos ligeramente. Que
no queden hechos polvo pero tampoco en trozos mucho más grandes que un grano de
arroz.
La mantequilla la fundimos hasta que quede bien líquida y la
utilizaremos durante rato, así que hay que procurar mantenerla líquida.
Untamos ligeramente con mantequilla el fondo del molde que
usaremos. Colocaremos ahora entre 8 y 10 placas de pasta una sobre otra (como
he dicho dependerá de la marca), untando bien de mantequilla entre medias
siempre, especialmente con cuidado de mojar bien las esquinas para que no se
sequen. Muchas veces podremos poner placas dobladas en dos por comodidad, y
entonces daremos un poquito de mantequilla en medio de las dos mitades también.
Otras veces habrá que poner recortes para aprovechar más la pasta filo... no
importa mientras el inicio y el final sean placas enteras.
Recortamos con un cuchillo bien afilado las sobras de pasta que
hayan quedado por los lados, con cuidado de no romper las placas, y repartimos
todo por encima los pistachos triturados.
Ahora repetimos la colocación de otras 8-10 placas de pasta, de
nuevo con mantequilla entre medias. Y volvemos a recortar las sobras.
Finalmente toca lo más difícil: cortar la masa en trozos. Para
ello puede ayudar el meter el molde en la nevera por unos 15 minutos, así se
endurece la mantequilla y es más fácil de manejar pues no se mueven las placas.
Lo típico es que se corten en forma de rombo, pero ya me parece
suficiente complicación el cortarlos sin que se rompa nada, como para encima
meterme en virguerías. De todas formas hay que usar un cuchillo muy bien
afilado e ir con mucho cuidado, iniciando el corte en ambos sentidos, y
repasando hasta abajo cuando estén ya marcados.
Si nos ha sobrado mantequilla la repartiremos con cuidado sobre
los cortes hechos, intentando repartirla por todos, para que empapen en el
fondo.
Metemos en el horno precalentado a 180º durante 30 minutos.
Tapamos con papel de aluminio y bajamos a 160º y mantenemos otros 15 minutos
para que se haga bien el fondo (la parte superior deberá estar bien dorada ya).
Mientras está haciéndose en el horno haremos el almíbar de miel:
ponemos a calentar el agua con el azúcar y la canela en un cacito. Dejamos
hervir 10 minutos aproximadamente, hasta que haya reducido a la mitad. Añadimos
la miel y una rodaja gruesa de limón que exprimiremos encima y dejamos hervir
otros 5 minutos hasta que espese ligeramente (pero no mucho, que si no sería
difícil empapar luego el baklava). Retiramos la canela y el limón y reservamos.
Sacamos
el baklava del horno, y repasamos los cortes hechos para comprobar que se
separan bien todas las piezas.
Finalmente repartimos el almíbar de miel por encima, intentado
que caiga mayormente sobre los cortes. Y lo dejamos reposar unas horas
antes de desmoldar para dar tiempo a que se empape bien. Luego se podrá guardar
en una lata durante varios días sin problemas.
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