a) Explotación
incontrolada.
La tendencia de
las últimas décadas ha sido la de extraer el máximo beneficio de los recursos
naturales. Se ha promovido el crecimiento económico sin tener en cuenta el
deterioro del medio natural. El desarrollismo económico se fundamenta en que
los recursos son ilimitados pero esto no es cierto. El caso más evidente es el
de los combustibles fósiles que mueven a nuestro mundo y cuyas reservas son
cada día más escasas. ¿Qué pasará cuando se agote? ¿Se paralizará el crecimiento económico y
sobrevendrá un colapso mundial? Por otra parte no se puede potenciar un
desarrollo económico sin tener en cuenta sus costes ambientales: deforestación,
cambio climático, agujero en la capa de ozono, contaminación de las aguas, pérdida
de biodiversidad, etc.
En los años
sesenta y setenta, a la vez que se expandía el movimiento ecologista, se
generalizó la preocupación por los problemas ambientales. Se tomó conciencia de
la gravedad de la crisis ambiental y surgió el movimiento conservacionista. Se
proponía detener el avance económico para evitar daños en el entorno, proteger
el medio ambiente mediante medidas restrictivas, evitar la superpoblación y el
agotamiento de recursos. Estas medidas
surgieron en algunos sectores de los países desarrollados pero fueron
totalmente rechazadas por los países subdesarrollados, que tenían como prioritaria la lucha contra el
hambre y la pobreza en sus respectivos países.
Se trata de
aunar el crecimiento económico de todas las naciones (desarrollo) con el
cuidado del medio natural, para que pueda mantenerse para las futuras
generaciones (sostenible). Una sociedad sostenible controla su crecimiento
económico, la contaminación, el agotamiento de recursos y el tamaño de su
población para que no exceda a la capacidad de carga marcada por la naturaleza.
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