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LA VEGETACIÓN ESCLERÓFILA.

La vegetación del bosque mediterráneo también recibe el nombre de vegetación esclerófila que quiere de decir "de hoja dura", por ser esta característica común a la encina, el acebuche, el algarrobo, la aulaga y otras muchas plantas... Se trata de una adaptación a la prolongada sequía estival propia del clima mediterráneo ya que las hojas endurecidas permiten reducir al máximo la pérdida de agua. En realidad son varias las adaptaciones encaminadas a reducir esta transpiración:

  1. Las hojas duras están provistas de una gruesa cutícula que forma un aislante. La cutícula está formada por varias capas de células donde se encuentra una sustancia denominada lignina que endurece.

  2. Los estomas (poros a través de los cuales se realiza el intercambio gaseoso), se agrupan en concavidades y se protegen con pelitos o escamas que tienen como misión atrapar una fina de capa de aire y saturarlo de humedad, lo que impide la difusión de vapor de agua. Ejemplo: matagallo.

  3. Las hojas de color grisáceo o blanquecino reflejan mejor la luz solar y evitan el calentamiento de la hoja. Ejemplo: ardivieja.

  4. Las secreciones de ceras y aceites tienen una función antidesecante. La abundancia de plantas ricas en estas sustancias es la causante del intenso aroma del bosque mediterráneo. Ejemplo: jara pringosa.

  5. A veces las hojas se transforman en espinas reduciendo al mínimo su tamaño como en la aulaga o pliegan sus bordes como en el romero.

  6. Las formas redondeadas de las copas, junto con su baja altura y la espesura del ramaje, son también adaptaciones al medio.

  7. Por último las raíces suelen ser muy largas para buscar la humedad, hasta de diez metros en el caso de la encina.